Entregué el poder de mi vida a la ignorancía
y sabiduría de mis ancestros, sin saber que
todos somos maestros.
Me relacioné con creencias propias y ajenas,
enfocadas en pilares sociales y religiosos con
una base sin cimientos, sintiendo que la vida
se tambaleaba a mis pies.
Mi experiencia estaba en poder de una
generación ansiosa de evolución pero
carente de maestría.
Olvidé el conocimiento inherente a mi
autentica personalidad y el sufrimiento
apareció como el único camino del
aprendizaje.
Padres, maridos, amigos, maestros os
escogí como camino para liberarme de
vuestras creencias y adentrarme en
otras rutas, donde la expansión y el
crecimiento conocen otra forma.
Diminutos atajos donde la experiencia
cumple todos los requisitos, pero donde
el miedo y el sufrimiento no forman
parte del camino.
El poder reside en mí, en cada célula
de mi cuerpo y contiene dentro de sí
el conocimiento de mi propia existencía