MADRE

Madre, te hablo sin necesidad
de palabras. Da igual donde estés.
Un color, una sombra, un aroma
bastan para sentir tu presencia.

Dejé de pensar en tí, presa de la
rabia, la íra y el llanto y, sin saber
como, me ví suplicandote…
Madre ¿Dónde estás?

Qué suave y agradable sensación
me produce pensar en tí.
Tu amor está vivo en mí, penetra
por cada poro de mi cuerpo como
el aíre del invierno; no se ve pero
se siente frio e intenso.

El tiempo ha borrado la rabia, la íra
y el llanto pero tu recuerdo , tu
esencia permanece viva en mi,
y aunque no puedo verte, sé que
estás ahí, porque una madre
nunca se va.

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