Traicionada por el desamor
y el abandono a mi misma,
como una rosa que se clavase
sus propias espinas.
Derramo la sangre y la savia,
dejándo en la tierra la fuerza
vital para que nazca otra rosa
a merced del viento y la lluvía,
esclatando de nuevo la belleza
y la forma, creciendo y alzándose,
liberandose de su propia traición.