Pinto el retrato de una mujer
sin lienzo, sin pinceles,
dejando que la luz esboce
su silueta en los albores
de la nada.
De la silueta se asoma un
alma atemporal y oculta,
a la espera de una paleta
invisible de colores que le
proporcione la experiencia
de vida.
Cada palabra, un color y cada
color una experiencia.
Cortesana, vagabunda, madre,
victima, princesa o sibila,
cada experiencia y cada color
graban un trazo gestual en una
silueta, donde luces y sombras
imprimen carácter a un esbozo
que surge de la nada.