Viajo a la isla de la calma para encontrar
la serenidad y la paz que ansía mi alma.
La isla me acerca a los orígenes, a la
familía y al amor que no entiende de
condiciones.
El viaje es una despedida al pasado,
honrando la estirpe y colocando a cada
miembro en el lugar que le corresponde,
simplemente dejando que el corazón
marque el pulso.
Mi alma se despide despacio, sin prisa
pero también sin lágrimas.
La luz de la isla ilumina mi corazón,
dejando un poso de paz que siento
cada vez que inhalo su aroma.
Me marcho serena, con la maleta
cargada de futuro, dejando tras de
mi una estela que alumbre mi regreso.