Llega el viento del norte anunciando
alborotado la llegada del Invierno.
En su exaltación, arrastra las hojas
marchitas, quemadas por el sol estival,
barriendo el camino, tiñendo de rojo
y ámbar las hojas perennes que adornan
patios y calzadas.
Como un regalo del cielo, nos trae lumbre,
recogimiento, charlas y hogar, también nos
acerca a la noche, al silencio y la Natividad.
El incipiente helor convierte en pasado las
hojas que faltan del calendario. Arrancadas
mes a mes y año tras año, en una busqueda
sinfin que marca el reloj de las estaciones y
el curso de la vida.