Sentimientos no expresados,
situaciones no resueltas,
emociones enterradas.
El fuego de la juventud
ahogado por el tsunami
de las verdades a medias
del inconsciente, consciente
de la limitación y el miedo.
El cuerpo se cubre de una
coraza de acero.
El alma se oculta detrás
de una sonrisa impenetrable.
El amor con la capacidad de
detener el tiempo y trascender
toda una vida de infranqueables
sentimientos.
Aparece, sin pedir permiso,
dejandose llevar por la
resaca de la experiencia,
el valor de la vida y de
los sueños.
La madurez acoge en su seno
sentimientos, situaciones y
emociones.
No importa de donde vienen,
ni tampoco hacia donde van.
Están ahí, fundiendo la
coraza y mostrando la sonrisa.
El cuerpo, por fin, desnudo.
El alma, por fin, visible.
La rendición, la aceptación
de otra forma de amor.
Sentir y gozar.
Gozar y emocionarse.
Emocionarse y vivir.
Vivir y enamorarse.