Confidencias de madrugada
a la luz de la luna
al abrigo de mágicas montañas
y una casita de arabescos
coronando una colina.
Y como si del escenario
de un teatro se trarara,
Marte hace su aparición
en la oscuridad de la noche.
Nos mira enigmático y desafiante,
invitandonos a elevarnos y compartir
su viaje estelar.
Sin faltar una sola noche,
comparte nuestras tertulias
siempre atento, silencioso y
espectante, como un invitado más.
El planeta rojo hace aflorar
viejas historias, olvidados temores
y sentimientos encontrados.
Desencadenando una oleada de pasión,
y sumiendonos en el infierno emocional
que sacude los cimientos de la conciencia.
Nos invita a asomarnos al vacio para
caminar entre el cielo y el infierno,
sin distinguir la frontera que los
separa.
Regreso a la ciudad y a la soledad y
cambia el escenario, después del
entre-acto, siguiendo la obra teatral.
Las altas montañas se han convertido
en inmensos edificios sin horizonte,
con pequeños habitaculos llenos de
humanidad, parecen colmenas a donde
las abejas regresan después de un
largo viaje.
Ya no hay tertulias, ya no hay confidencias.
Sin embargo, la luna está ahí, redonda,
clara y serena, iluminando la ciudad.
Marte ya no es el actor principal,
oculto entre bambalinas, espera
pacientemente la próxima aparición
estelar.
Venus aparece en escena con una luz
suave, aterciopelada, frágil e
intensa.
Es la luz del consuelo, de la
esperanza,del amanecer de un
nuevo día. Me acaricia, me
conforta, limpia mis heridas y
apacigua la pasión.
Me conecta con la Tierra, con la
Galaxia, con Dios, pero sobre
todo me conecta con mi propia
luz.
Venus Calipigia
Autor: E Bosch. Imagen digital. 300x300mm.