Tu nombre evoca valles profundos
entre nevadas montañas.
Tu nombre es tierra, aíre y agua.
Tu corazón, bálsamo, amor y fuego.
Majestuosa, recía y rotunda te abres
paso clara, diafana y profunda como
el agua, que se escurre entre los
recovecos del valle para resurgir
en la imagen serena que da forma a
tu nombre y te convierte en diosa,
humana y madre.
Inseparable el valle de la montaña,
el agua del rio, la mujer de la diosa,
la amiga de la hermana,la humanidad de
la madre.
Yo soy el mar del océano.
Tú, el valle de la montaña.
Qué curiosa mezcla, qué afortunado
encuentro en este maravilloso lugar
donde todavía seguimos amalgamadas
desde el principio de los tiempos.