La niebla se desvanece lentamente, deja que la luz
se filtre entre las sombras. El corazón palpita con
fuerza, mientras la mente contempla atónita como
el mundo de Babel resucita entre los mitos.
Voces, risas y susurros se expresan en mil sonidos
diferentes, orquestando un murmullo incomprensible
para la mente, que adormece en el letargo invernal
para permitir que las emociones impregnen el mundo
de Babel.
Un sinfin de matices y fisonomías dan forma al sonido
que se convierte en carne y hueso, en un festival
multicolor de razas, étnias y mestizajes, con un único
fin: poblar el mundo de Babel.
Danzan, cantan y quieren subir al cielo en una
escalera inmensa, fruto del deseo de llegar a Dios,
para fundirse en la inmortalidad y ser una Unidad,
pero el recuerdo se desvanece y el mundo de
Babel se evapora para ocupar de nuevo la mente
el lugar de los sueños.